Por: Marco Dávila / Editor
Imaginemos que la selección mexicana fracasa en la Copa de Oro, como se ve venir tras la derrota contra Panamá, y Chepo de la Torre regresa a México como uno más de los 5 millones de desempleados en nuestro país. ¿Qué seguiría?
Imaginemos que la selección mexicana fracasa en la Copa de Oro, como se ve venir tras la derrota contra Panamá, y Chepo de la Torre regresa a México como uno más de los 5 millones de desempleados en nuestro país. ¿Qué seguiría?
Una película que hemos visto muchas veces: días después de
que la prensa y televisión hagan que la continuidad de Chepo sea insostenible, los
padrinos de la Femexfut presentan a un nuevo DT Tricolor (Vuce?) prometiendo
que con su experiencia y liderazgo calificaremos a la Copa del Mundo y una vez ahí lograremos
igualar, por lo menos, el papel de la selección mexicana en 1986 (6to.)
A partir de esa lógica simplista la Femexfut ha nombrado y
despedido 12 técnicos diferentes desde la salida de Bora Milutinovic tras el
Mundial de México. Esto equivale a un cambio de entrenador cada dos años y tres
meses.
¿Y qué lograron todos estos técnicos?
Subcampeonatos de Copa América (dos), Copas Oro (6) y Copa
Confederaciones (1), pero no aquello para lo cual fueron contratados (o
despedidos): alcanzar el tan ansiado quinto partido en un Mundial.
No lo consiguieron Mejía Barón en EUA '94 ni Manuel Lapuente
en Francia '98. Tampoco el “Vasco” Aguirre en dos oportunidades- Corea '02 y
Sudáfrica '10, ni el que para muchos ha sido el mejor(?) entrenador de selección
mexicana en los últimos Mundiales, Ricardo Lavolpe en Alemania '06.
Y conste que salvo éste último y su absurda exclusión de
Cuauhtémoc Blanco, todos echaron mano de los mejores futbolistas mexicanos y
naturalizados en activo. Todos formaron su cuerpo técnico con
absoluta libertad. Todos contaron con instalaciones de primera durante su
estancia en el país sede... Y todos perdieron en octavos de final.
Lo anterior es un claro indicador de que el
futbol mexicano ya alcanzó su techo, y que para poder superarlo hace falta algo
más que un cambio de técnico. Para empezar se necesita replantear el formato de
la Liga MX y limitar el número de futbolistas extranjeros para que ésta genere
más y mejores jugadores mexicanos. Mientras el futuro de la selección dependa
del performance de diez u once futbolistas “europeos” que no son indispensables
en sus equipos, estamos fritos.
También hace falta trazar un plan de partidos de preparación
enfrentando a potencias de verdad en estadios donde el Tri tenga la presión del
visitante. Un enfrentamiento contra Holanda en Ámsterdam o Argentina en el Monumental
de River, valen por 20 contra Armenia o Finlandia en el césped sintético del
Cowboy Stadium. Dejan menos dinero, está claro, pero un equipo ganador puede
convertirse una mina de oro a largo plazo. Pregúntenle a la actual selección uruguaya.
Finalmente se requiere que los medios, en especial la
televisión, moderen las expectativas que generan en torno al combinado
nacional. Se entiende que la selección es uno de los productos más exitosos que
existen, por lo cual hace falta darle una infladita para que los patrocinadores
sigan pagando una millonada por montar su imagen sobre ella. Pero una cosa es
hacerlo los dos meses previos al Mundial y otra muy distinta cuando todavía
falta un año para la justa.
Por todo lo anterior, la salida del Chepo de la Torre y la llegada de un nuevo DT no se traducirían en un avance significativo para la selección. No quedaría entre los ocho mejores de Brasil,
se los firmo. Tampoco ganaría una Copa América u otra Confederaciones. Es más,
tal vez ni siquiera logre recuperar el octavo lugar que alguna vez tuvo en el
ranking de FIFA.
La única diferencia, que no es poca, es que con otro técnico se calificaría al Mundial sin sobresaltos; porque para como están las cosas con la selección actual, se ve tan difícil como si fuéramos
Guatemala.