Por: Juan Martín Bencomo Madrid
Desde las épocas del ídolo del pueblo, Horacio Casarín, pasando por las
glorias de Hugo Sánchez y Rafa Márquez, hasta los tiempos de las selecciones
sub 17 campeonas del mundo y la popularidad del Chicharito Hernández, el llegar a ser futbolista profesional, como
en mi caso, ha sido un sueño en común de la gran mayoría de los niños y jóvenes
mexicanos.
Todos hemos deseado anotar de chilena, en el minuto 90, el gol del
campeonato de nuestro equipo ante un estadio completamente abarrotado. Y es que
dedicarse al futbol es un paquete completo; haces lo que te gusta, juegas todos
los días, tienes la oportunidad de viajar, la fama, conoces a muchísimas
personas y encima de todo, te pagan. Sin embargo, para llegar a esto, antes hay
un largo y doloroso camino.
Yo intente emprenderlo, y… no llegué, pero me dejó una de las
experiencias más importantes de mi vida. Fue hace 2 años, cuando me enteré que el equipo de mis amores (el que creo que no es necesario mencionar) haría
una gran visoría para buscar talento para sus fuerzas básicas. De inmediato
sentí que era la oportunidad de mi vida, así que después de comentarlo con mi
familia comenzó una gran ilusión, acompañada de semanas de preparación física
y futbolística por mi propia cuenta, además de que tenía que ahorrar para pagar
la inscripción para la visoría. Pero no consideré los demás gastos que se
tenían que hacer, entre ellos el más importante: el traslado.
Estos gastos no fueron tomados en cuenta hasta que supe que yo no podría
pagar el boleto de avión hasta la ciudad donde se llevaría a cabo la visoría.
Un poco triste y desilusionado pensé en que no podría tomar esa oportunidad
que se me presentaba. Fue entonces cuando el ángel más grande que hay en mi
vida, mi madre, entró al rescate. Rápidamente se movió y se informó sobre la
manera en que podía hacer el viaje en autobús: horarios, rutas, líneas, etc. y
más importante aún, fue capaz de conseguir un préstamo para poder pagarme el
viaje. Jamás olvidaré ese detalle. La ilusión resurgió.
Soy originario de un pequeño pueblito del Noroeste del estado de
Chihuahua, una región netamente beisbolera. Así que aquí es donde empezó mi
historia, con buenos deseos de familiares, amigos y conocidos. Eran las 7:00 am
de un día jueves. Estaba esperando el autobús que me llevaría a la capital del estado para luego tomar otro autobús con rumbo a mi destino final. 24 largas
y muy cansadas horas después, veía el amanecer en una de las ciudades con más
tradición futbolera del país.
El recibimiento fue hermoso. Conviví con empleados de la central de
autobuses y con taxistas, los cuales al saber el motivo de mi viaje me
desearon muchísima suerte y me dieron palabras de aliento. Después
de conocer el estadio de primera división donde jugaba mi equipo favorito,
inició la concentración. Luego vino una charla técnica y la asignación de
grupos de trabajo para el día siguiente.
Yo era uno de los casi 200 chavos que estaban ahí por el mismo sueño.
Conviví, platiqué con ellos, conocí sus historias y aprendí de ellos. Llegó el
gran día. La disciplina era exigida por los visores en todo momento. El
entrenamiento técnico por la mañana fue demandante y requería de mucha
concentración. Por la tarde vino un interescuadras en el que el fondo físico comenzó
a cobrar factura. Al final del dí, un agradecimiento y una emotiva despedida,
acompañada de la esperanza de volver a vernos pronto, pero ya formando parte de
un equipo de futbol profesional.
Y después… no me llamaron, no me eligieron. Me quedé tan cerca y a la
vez tan lejos de cumplir mi sueño. Pero por un par de días, me sentí como todo
un futbolista profesional.
9 comentarios:
Caray!!! que mala onda!!!! Y porque no lo seguiste intentando???
Hermosa historia. Refleja toda la ilusión que genera el fútbol en todos los que lo amamos, sin dudar llegar a ser profesional o al menos llegar a tener una oportunidad es el sueño de millones!
Por cierto, de qué ciudad del norte de Chih eres? Parral?Cuauhtémoc? En fin, saludos!
me gusto mucho su historia mi juancho, y tenga perseverancia, vale la pena seguir un sueño, que es tan anhelado y tan positivo como lo es el suyo, y no lo vea como un fracaso, si no como una enseñanza para el próximo intento.
es que mi edad dificultaba un poquito las cosas =)
Muchas gracias. Soy de un pueblito del mpio. de Temosachic
muchas gracias
Que padre historia!
Por curiosidad ¿A que ciudad fuiste a la visoria?
Muchas felicidades por esta vivencia tan padre que recordaras toda la vida!
Guadalajara
Por Dios Juan Martín que historia, es totalmentee hermosa, jamás hubiera imaginado algo así me dejaste sin palabras, muda, sin nada mas que decir y vaya que eso es dificil en mi ,simplemente WOW!!!, mis respetos y mi mas sincera admiración...
Tu pequeña JK.
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