LA ETERNA DESCORTESÍA DE LLAMARSE URUGUAY

Por: Marco Dávila / Editor

Mata un perro y te dirán mataperros. Mata a una viejita y te dirán mataviejitas. 

Mata al anfitrión de un torneo de futbol y te dirán… Uruguay. 

Así de radicales somos al poner etiquetas; y más cuando se trata de futbol. Por algo seguimos llamándole “jogo bonito” a cualquier chispazo de la verdeamarelha y “carácter alemán” a una selección germana que hoy día alinea a turcos y polacos.

Con el equipo de Uruguay pasa igual. Llevan 6 décadas sin provocar otro Maracanazo e insistimos en verlos como el equipo más peligroso al que que cualquier anfitrión de cualquier torneo en cualquier categoría pudiera enfrentar. Es verdad que le ganaron a Sudáfrica en el Mundial pasado pero seamos honestos: a ese equipo cualquier lo podía vencer (menos México, para variar, y la peor Francia de la historia). 

El caso es que desde el lejano Mundial de Brasil 50, transmitido por radio y en que los jugadores fumaban al medio tiempo y los árbitros pitaban con saco y corbata, los charrúas no han vuelto a hacer otra fechoría similar. Lo cual no quiere decir que el día de mañana, fecha en que casualmente se cumplen 61 años de la "Tragedia del Maracaná", no puedan arruinarle la fiesta a Argentina.

Una parte de mí, la del mexicano ardido, está con Uruguay. Pero otra más profunda desea que Argentina gane para evitar a toda costa el comentario del amigo villamelón que todos tenemos, o el del periodista tarado, que van más o menos así: 

“¿Ves? te lo dije. Uruguay le puede joder la fiesta a cualquiera.” 

Pinches villamelones. Van a hacer que me quede con la segunda.