Por: Marco Dávila
El problema con la selección nacional, la de éste y los últimos 4 Mundiales, no son el entrenador, los jugadores, o las malas decisiones arbitrales que rara vez nos favorecen.
El problema con la selección nacional, la de éste y los últimos 4 Mundiales, no son el entrenador, los jugadores, o las malas decisiones arbitrales que rara vez nos favorecen.
El problema es que las expectativas alrededor de nuestra selección siempre exceden el verdadero nivel del futbol nacional. Y ahí sí deberíamos señalar responsables. Las televisoras, por ejemplo, que mientras envuelven con la bandera tricolor a sus conductores y patiños, defienden a ultranza los torneos cortos que tanto daño le han hecho al futbol local. La Federación Mexicana, cuyos sátrapas repiten, administración tras administración y de forma irresponsable que ahora sí, con este equipo, haremos historia en el Mundial. Los diarios, programas de radio y blogs, incluído el que ahora lees, donde no hemos dejado de hablar de la selección por los últimos 4 meses. Y los dueños de los equipos, que siendo los primeros en pedir la cabeza del entrenador nacional son los últimos en conceder que el formato de su torneo pudre el talento y promueve la mediocridad.
Nuestra selección está diseñada para provocar la misma histeria nacional que el equipo de Argentina cuando su futbol no es mejor que el de un cuadro modesto como Grecia. Y no hemos querido verlo así. Ni siquiera en las ocasiones en que Aguirre o La Volpe, a meses de encarar cada uno su Mundial, declararon que la estructura del futbol nacional no da para una selección que pueda llegar lejos.
Los 3 años y fracción que nos separan del sorteo de Brasil 2014 se pasarán en un segundo. Si de aquí hasta entonces nuestro panbol no ha cambiado de raíz, deberíamos ir al país de Lula con una expectativa no mayor a la de tomar muchas caipirinhas, bailar samba y sacarnos unas fotos en Copacabana.
Si además accedemos al cuarto partido, bienvenido. Sería más sano. Más divertido. Y mucho menos frustrante para la mejor afición que hay en el mundo: la mexicana.
Si además accedemos al cuarto partido, bienvenido. Sería más sano. Más divertido. Y mucho menos frustrante para la mejor afición que hay en el mundo: la mexicana.