El conjunto mexicano es impredecible, su calidad de juego suele variar dependiendo del equipo que tengan enfrente, pasando del ridículo a rozar lo sublime y viceversa. Ejemplos sobran, como cuando los dirigidos por Lapuente fueron goleados por Noruega en un partido de preparación, pero ya en Francia se enfrentaron de tú a tú a la Holanda de Bergkamp y también hicieron sufrir a la Alemania de Bierhoff.
Lo mismo en 2006, cuando fueron incapaces de siquiera anotarle a una débil Angola y sin embargo, en octavos de final, desgastaron de sobremanera a la Argentina de Riquelme.A pesar de dicha inconsistencia los aztecas forman parte, junto con cariocas y teutones, del triunvirato que ha sorteado la fase de grupos en todas las ediciones celebradas desde Estados Unidos 94.
Tras una breve recapitulación se puede mencionar casos como el de Inglaterra, que ni siquiera asistió a la justa celebrada en la tierra que alguna vez colonizaron; España fue un fracaso total en la última edición del siglo XX; Argentina y Francia no cumplieron las expectativas en Asia, ya ni hablar de Holanda, pues no calificó a ese certamen; y el recuento se cierra con una Italia caduca que decepcionó en 2010.
Este antecedente representa la primera gran desventaja de compartir grupo con México, pues en teoría los tres conjuntos restantes deberían preocuparse por disputar el segundo boleto a la ronda de eliminación directa.
Por eso, al menos en el papel, el panorama no luce alentador para Camerún y Croacia ya que el destino les impuso otro factor desfavorable. La cabeza de serie con la que compiten estos dos equipos es el anfitrión y, de acuerdo a los registros, las selecciones del país sede han avanzado en nueve de las ultimas 10 ediciones, siendo Sudáfrica el único en no lograrlo.
Sin embargo, y a pesar de su condición como local, Brasil tampoco puede estar feliz de enfrentarse al tricolor en la primera ronda pues, al menos desde 1974, México jamás se ha enfrentado dentro del Mundial con la escuadra que terminará adjudicándose la Copa.
En cambio los nuestros sí han tenido varios compromisos, sobre todo en la fase de grupos, con quienes a la postre culminan en el cuarto lugar de la competición. En el 86 los nacionales se impusieron 2-1 a Bélgica; el milagroso empate a dos con Holanda en Saint-Étienne perdura en la memoria colectiva; Omar Bravo falló un penal en la derrota ante Portugal; y se cayó de forma displicente ante la garra charrúa de Forlán.
Además, los malditos penales errados por García Aspe, Bernal y Rodríguez en octavos de final le abrieron el camino a Bulgaria, que siguió avanzando hasta llegar al séptimo partido que pocos valoran, pues no hay trofeo alguno en juego, sino más bien, lo que se disputa es la consolación.
En ese mismo año el tricolor compartió grupo con Italia, que a diferencia de todos los anteriores sí ganó su compromiso semifinal. No obstante, ya en la última instancia el disparo de Roberto Baggio sobre la portería de Taffarel confirmó la tendencia de que el vencedor absoluto no se enfrenta, en ninguna ronda, a los nuestros.
Puede que no se tenga un estilo bien definido, jugadores de renombre o un preciso juego de conjunto, sin embrago eso no impide que México sea un rival atípico, incómodo, sorpresivo, y sobre todo, uno de los equipos que los cariocas habrían preferido evitar durante todo el tiempo que dure su fiesta.
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