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Por: Marco Davila / Editor
Se pueden las dos cosas, dirían Guardiola y Cruyff. Para muestra los Barcelonas más grandes en la historia del club catalán: el Dreamteam de 1992 y el Barça actual, que todos hemos tenido la dicha de ver jugar. La cosa está en que no todos los equipos han podido igualar al Barcelona, de modo que unos han tenido que conformarse con llenar el ojo pero salir con las manos vacías mientras otros han dado vueltas olímpicas que nadie recuerda.
Se pueden las dos cosas, dirían Guardiola y Cruyff. Para muestra los Barcelonas más grandes en la historia del club catalán: el Dreamteam de 1992 y el Barça actual, que todos hemos tenido la dicha de ver jugar. La cosa está en que no todos los equipos han podido igualar al Barcelona, de modo que unos han tenido que conformarse con llenar el ojo pero salir con las manos vacías mientras otros han dado vueltas olímpicas que nadie recuerda.
Del Necaxa de los años 90, aquel trabuco que ganó tres
campeonatos de liga, uno de copa y obtuvo un dignísimo tercer lugar en el
primer Mundial de Clubes, sólo se acuerdan los necaxistas. En cambio el Arsenal
de Arsène Wenger, que en 14 años solamente ha ganado una liga inglesa, no se cansa de
cosechar elogios entre propios y extraños.
Determinar cuál de las dos posturas es mejor no sólo ha
provocado uno de los debates más antiguos en el futbol, sino uno de los más inútiles. A Ricardo Antonio Lavolpe nunca lo van a convencer de jugar como Héctor Cúper aunque así
lograra aumentara su paupérrimo palmarés, del mismo modo que Tuca Ferreti nunca
implementará un sistema de juego abierto, ya no digamos como el de Guardiola
sino como el del “Piojo” Herrera, por más materia prima que tenga para hacerlo.
¿Mezquino? ¿Rácana? Puede ser lo uno o lo otro, pero sus
números lo colocan como uno de los entrenadores más efectivos del futbol
mexicano, que el próximo domingo en Monterrey podría ganar su tercer campeonato
con igual número de equipos.
Si lo consigue jugando "a la Tuca" le dará la
razón a quienes no dudan en provocar bostezos con tal de sacar un uno-cero; los Lapuente, Arias, Trejo y Tena que por más liguillas a las que califiquen y
trofeos que ganen pasarán a la historia como técnicos del montón.
Entonces, ¿gustar o ganar?
Me quedo con una de las frases más sabias de Sócrates, quien
además de filósofo fue futbolista y doctor.
"MÁS IMPORTANTE QUE JUGAR PARA GANAR ES JUGAR PARA QUE NO TE OLVIDEN."
Tiene toda la razón.
En el futbol, más que en cualquier otro
deporte, la memoria es más crítica que el marcador.
5 comentarios:
Qué buena entrada!! felicidades. y estoy de acuerdo contigo, con Sócrates QEPD, y con quien diga que lo mejor es gustar/jugar, eso es un hecho!
Saludos
Fácil para ti decirlo pero a nosotros los Tigres 29 años no pasan en balde hoy por hoy a mi me vale como ganen lo demás es vanidad ya después habrá tiempo para el jogo bonito.
BRAVO!!!!!
JUGAR PARA QUE NO TE OLVIDEN... habrá quienes interpreten esto de muchas formas, pero sigo estando de acuerdo y JUGAR PARA GANAR... también, qué es muy diferente a JUGAR PARA NO PERDER, que es como juegan los equipos mexicanos y eso es lo que lleva a un equipo a la mediocridad.
Hoy el fútbol mexicano se acerca mucho a la política donde las propuestas son grises y sin fundamentos… ganar no depende de uno sino de que los otros pierdan.
Triste y aburrido… por eso los jóvenes sorprenden, se entregan por lo más puro del fútbol: JUGAR y ENTREGARSE; y jugar por definición incluye divertirse… sería bueno que se lo recordarán al Tuca que el está ahí para hacer dinero y hacer dinero no es un JUEGO es TRABAJO (y está bien… dirán sus superiores, no la afición)
Saludos futboleros a la banda! ;)
PC: Cuentan que al terminar el partido entre Brasil e Italia del mundial '82, en la que los de azul eliminaron a los amazónicos, éstos últimos estaban desconsolados. Entonces Sócrates levantó la frente y la voz, para preguntarle a sus compañeros: "¿Por qué están tristes si no se puede jugar mejor que como lo hicimos hoy?" Esto complementa a la otra frase que aquí fue citada por Marco y resume la filosofía del futbol brasileño de casi todas las épocas. Aquella selección era un espectáculo de lujo, en buena medida gracias a que su técnico era Telé Santana y no un declarado enemigo del juego como Raúl Arias
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