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Por: Marco Dávila / Editor
Yo soy de los que creen que el Dalai Lama se puso la gorra de Cruz Azul no por compromiso con sus anfitriones ni como acto de cortesía, sino por amor. En pocas palabras, estoy convencido que el Dalai es un ferviente aficionado celeste. Hard core, si me lo permiten.
Yo soy de los que creen que el Dalai Lama se puso la gorra de Cruz Azul no por compromiso con sus anfitriones ni como acto de cortesía, sino por amor. En pocas palabras, estoy convencido que el Dalai es un ferviente aficionado celeste. Hard core, si me lo permiten.
La razón por la cual estoy tan seguro de lo anterior es que
en todo el mundo no existe un equipo tan afín a la filosofía y religión
tibetana como Cruz Azul. Vaya, ni siquiera la incipiente selección de Tíbet con
su hermoso uniforme marca COPA.
Y es que mientras equipos como el tibetano
están condenados a ser perdedores a perpetuidad, y otros como Real Madrid,
Barcelona y ManU a ganarlo todo en los próximos 100 años, Cruz Azul vive
en la eterna incertidumbre.
¿Cuándo
llegará el día en que vuelva a ser campeón?
En esta vida o en las que siguen, diría el Dalai.
Capaz que
en alguna de ellas le toca ver coronarse a su amado Cruz Azul.
3 comentarios:
UI MANO... DÚDOLO. EL AZUL ESTÁ SALADO A PERPETUIDAD
salada tu puta madre
JEJE, NO TE ARDAS PINCHE MACARRÓN BATIDO... SI TU EQUIPITO NO ESTUVIERA DE SALITRE HASTA LA MADRE, NO HUBIERA PERDIDO CON EL MORELIA
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