Si hablamos de las plantillas y sus sueldos, los estadios, las instalaciones del club y la cobertura mediática, las diferencias entre la Primera División y la Primera A lucen abismales. Pero si lo hacemos sobre los aficionados veremos que la distancia entre una y otra categoría se reduce, si acaso, a una letra. Desde hoy la sección POR QUÉ LE VOY A incluirá equipos de cualquier división. No olvidemos que el futbol mexicano no sería lo mismo sin equipos como Veracruz, UdeG, León, Zacatepec y por supuesto, Irapuato.
-Editor
Por: José Paul Guevara Prieto
Hay decisiones en la vida que uno no toma, es el destino quien lo pone ahí, bueno, al menos en este caso, creo que fue lo que a mi me paso.
Yo desde muy niño recuerdo haber presenciado partidos del Club Deportivo Irapuato con mi papa, tal vez el autor intelectual de esta pasión. Nada raro, muchos jóvenes en este país se han convertido en aficionados a cierto equipo por que su padre también lo seguía. Pero en mi caso va mas allá de lo común, mi papa en ocasiones solía contarme de sus viajes, de sus experiencias en otras (y muy hostiles) canchas, y eso que mi papa siempre ha sido un hombre tranquilo, un hombre que quizá no conozca el termino “hincha” y/o “barra brava”.
Los años, los jugadores, todo iba pasando, menos nosotros. Estuvimos ahí en las épocas de los 10 aficionados y las 25 bicicletas, estábamos ahí los domingos a las 4 de la tarde como marcaba la fiel tradición en el “Sergio León Chávez”.
Yo fui creciendo, yo fui amando cada vez mas estos colores, recuerdo que buscaba en el periódico los resultados, las notas, todo lo que fuera acerca de la “Trinca”. Entre mis mas frescos recuerdos esta aquel en el que yo leí que la porra fresera iba creciendo, a tal grado que en el periódico la llamaban la “batucada” fresera o los típicos “con una mala entrada…”, pero no me importaba, era un amor de verdad, un amor de esos que duran para toda la vida.
Dejaba de ser un niño, ya tenía algo así como 12 años, iba ya en la secundaria y recuerdo que ahí fue donde esta locura fue tomando forma, donde los recuerdos, las ilusiones, las esperanzas, se consolidaban. Era la época de Cristian Morales, uno de mis grandes ídolos, Samuel Mañez, un hombre que en este momento esta con Dios, aunque creo que el ya conocía el cielo, lo atajo en una final, José Enrique García y otros mas que no recuerdo, pero a los que siempre agradeceré el haber sido participes de esta historia.
Irapuato vs. Zacatepec, la final del torneo de la Primera División “A”. El partido de ida se jugaba en la selva cañera, el de vuelta en casa. La Trinca en una hazaña, sacaba el 3-1 del estadio Agustín “Coruco” Díaz, un estadio viejo, muy tradicional, muy pesado. Un estadio en el cual años atrás, mi padre había estado movido por los colores azulgranas.
El partido de vuelta, estaba a la orden del día. Por la mañana, yo había asistido a la primera comunión de un amigo. En el ambiente se respiraba fútbol, por todos lados la gente transpiraba emoción y también, miedo. Los “Cañeros” habían sido siempre un rival de peso de los “Freseros”, incluso la mama de mi amigo menciono “¡¡Cuidado con el Zacatepec, es el coco del Irapuato!!”
Después de ese evento, regrese a mi casa a alistarme, recuerdo lo feliz que fui cuando mi mama me regalo mi única playera de la Trinca, es algo que nunca olvidare. Hay algo que cabe mencionar, mi papa se había quedado sin empleo por esas fechas, el dinero no era abundante en aquel entonces, pero aun así, el tenia 2 boletos…en las cabeceras. Yo había estado acostumbrado a asistir siempre a la 7 y 8, o en su defecto, a la 3 y 4. Para mí, presenciar un encuentro en las cabeceras era algo totalmente nuevo. Entramos al estadio y recuerdo que yo veía el rostro de mi padre, atento al juego, y lo admiraba, era un fresero de corazón, no se como ni de donde, pero el había conseguido el dinero suficiente como para no abandonar al Club en ese momento, ese día no le pedí ni un refresco, yo solo quería agradecerle y demostrarle que su esfuerzo no había sido en vano.
Veía como en el cielo ondeaba una bandera que decía “Porra Barrio Nuevo”, veía como la gente en esa zona del estadio era diferente, era gente que sentía los colores de los “Freseros” y no temía mostrarlos, era muy diferente de lo que se vivía en las laterales. Descubrí que hay quien ve el fútbol como espectáculo, pero también hay quien lo ve como un sentimiento.
Después de un muy buen partido, que había terminado con empate a dos goles, el Irapuato se coronaba campeón, la gente explotaba de alegría, las inmediaciones del estadio y toda la ciudad, se habían vuelto un carnaval. Se tenía medio boleto para el ascenso, parecía que después de casi 10 años en la “A”, podíamos volver a ver la luz de la Primera División Nacional.
Llego la otra temporada, el Irapuato califico a la liguilla y llego a la final, el rival, Cruz Azul Hidalgo. El partido de ida era en la Ciudad Cooperativa de Jasso, Hidalgo. En el periódico aparecían anuncios en el aviso clasificado en el que se hacia la invitación para viajar a la ciudad cementera, el costo $ 130.
No hicimos el viaje, algo que me entristeció un poco, pero entendía la situación que vivíamos y no me queje.
El partido allá, me parece, termino 1-1. La vuelta en el “Sergio León Chávez” era esperada por toda la capital de las fresas. De nuevo estábamos en la puerta 7, ya que mi papa conocía a “Romario”, el encargado de la “Porra Oficial” que se ubicaba en esa zona. En el estadio, la “Loka Barra Fresera” me impactaba con su trapo de “Un loco amante de la Trinca”, del otro lado “Los hijos de la mermelada”, una banda que siempre llamo mi atención.
Comenzó el juego, un partido muy bueno, disputado, incluso de sustos para ambos cuadros. No recuerdo bien el marcador, pero si recuerdo un gol de Cristian Morales que me hizo vibrar, era un jugador de garra, llevaba el escudo del Club Deportivo Irapuato tatuado sobre su corazón.El tiempo regular concluyo con empate, se venían los tiempos extras. La gente sufría, éramos mas de 30 mil personas apoyando a los locales y algunos aventureros de la Maquina que se habían animado a hacer el viaje. Resultado: empate. Se venían los penales.
Mi papa estaba muy preocupado al respecto, nunca entendí el por que hasta que era yo un adolescente. Si el Irapuato perdía, el partido por el ascenso era la próxima semana, el día de la boda de mi hermana, ¡¡en el Manolo, justo frente al estadio!! Quizá el pensaba lo mismo que yo, ¿no ira a ser demasiado tarde llegar después del partido? Por que al menos yo, yo no me perdería esa final.
Pero bueno, llego la hora de los penales, llego la hora de que 5 artilleros freseros y un héroe, enfrentaran a los celestes. No recuerdo sinceramente el orden ni mucho menos los nombres, solo recuerdo que San Samuel Mañez toco la gloria, atajo penales, se convirtió en el héroe de esta noble afición, solo quedaba que Héctor Gómez hiciera lo suyo… ¡¡Gol de Héctor Gómez!! ¡¡Irapuato estaba en Primera!! Los jugadores corrieron a festejar, la afición gritando, eufórica, nunca en mi vida había sentido tanta alegría, era el momento que mas había esperado siempre, tener al equipo representativo de mi ciudad, un equipo que era nuestro, un equipo que yo sentía mío desde siempre.
A las afueras del estadio, la vuelta olímpica alrededor del Monumento a la Bandera, los autos tenían leyendas alusivas al campeón, todo el mundo aventaba espuma, como decía el periódico al día siguiente “La noche en que Irapuato no durmió”.
Aquí termina la primera etapa de mi vida como fresero, ya que después se venían grandes cambios, estaba en las “ligas mayores”, era hora de madurar, de crecer. Todo parecía ser perfecto, lastima que el tiempo nos tenía guardada una sorpresa, un montón de sujetos sin escrúpulos, nos robaron, me robaron mi sueño…
Irapuato en Primera División Nacional
Después del barullo que había causado el ascenso del equipo, todo el mundo estaba ansioso de recibir un partido de Primera División después de 10 años de ayuno y yo no era la excepción. Este iba a ser mi primer partido en la cima, bueno, el primero en el cual estaba yo alentando a mi amor, ya que yo ya había presenciado algunos otros de Primera pero nunca del Irapuato.
Hubo tres partidos de preparación para el equipo en su propia cancha, contra Necaxa, Atlante y otro que no recuerdo, eso si la memoria no me falla.
El primer partido del torneo regular era nada más y nada menos que contra las Chivas, un Guadalajara contra Irapuato en el estadio Jalisco. Yo no hice el viaje, pero me emocionaba de ver a la hinchada fresera en el estadio Jalisco, el marcador termino en un empate a ceros. La prensa hablaba de que la Trinca se veía como un equipo difícil y aguerrido, aunque como siempre, no le veían muchas posibilidades de salir adelante.
La fecha 2 era en casa, y contra otro grande del fútbol mexicano, el Cruz Azul. El cielo estaba nublado, se avistaba la lluvia pero eso no era pretexto para faltar al estadio, una gran entrada, una entrada que si, probablemente haya sido motivada por el visitante, pero también por el equipo que estaba en una gran comunión con su afición. Comenzaba el encuentro y a la par de el, la lluvia, el estadio por desgracia, comenzaba a pintarse de azul debido a los impermeables improvisados que se vendían en el Sergio León Chávez. El ambiente era genial a pesar de todo, el equipo jugaba bien, la gente era un jugador extra dentro del terreno de juego, que mas podíamos pedir, un 2-1 a favor, Irapuato era la afición, pero también era el equipo, la directiva y un sueño.
Recuerdo muy poco de los siguientes partidos, pero indudablemente todos se caracterizaban por lo mismo, afición y equipo saltaban al campo tomados de la mano, el escudo fresero tenia a miles de guardianes a la espera de una victoria, y si era derrota, no importa, había que reponerse y seguir defendiendo con el alma nuestra pasión, era una época inolvidable.
Se llego la fecha, por primera vez, un clásico en mi vida, León VS Irapuato, en cancha de ellos. En aquel entonces para mi esa rivalidad era solo eso, rivalidad deportiva, mas tarde me di cuenta que rivalidad era poco, la palabra correcta se definía como odio. La gente irapuatense, no solo las barras, hicieron el viaje, fue numeroso, la tribuna destinada a los visitantes se cubrió de rojo, y yo, yo viéndolo por televisión. Tal vez mi papa conocedor de tan riesgoso viaje por eso se negó a acudir conmigo o al menos, dejarme ir.
Para mi eso era muy triste, y más cuando me di cuenta de que ganábamos por 1-0, era genial.
5 comentarios:
Mi estimado Paul, si alguien merece escribir una columna sobre el Irapuato, ése eres tú, aficionado fresero hasta la médula de los huesos, felicidades por tu columna que es muy buena y ojalá que tu querida Trinca y mi querido León suban a Primera muy pronto y podamos ver un clásico del Bajío otra vez en Primera División. Saludos chavo.
Pepe Corvina dijo: Eso es Paul: ojalá que tu amado Irapuato pueda volver a primera. Es un asco la forma en que la putrefacta FMF permite que las franquicias se vendan como si fueran dulces, robándole la ilusión a miles de aficionados. Es un fraude deportivo monumental, pero la FIFA no interviene en eso, ni siquiera en la multipropiedad de equipos, el pacto de "caballeros" y demás temas escabrosos. Por cierto, no es por desilusionarlos pero mientras el León sea propiedad del grupo Pachuca, me temo que no subirá a primera
Esto es amor a un equipo, más a uno que le ha tocado ser ultrajado por cuestiones de dinero. Los robos a Curtidores, Irapuato y La Piedad son los que más dolor y molestia me han causado, son cosas que no deberían pasar y prohibirse. Ojalá la justicia le regrese a Irapuato algo de lo que le tomó en estos próximos días, y que en 2 semanas puedas decir: "Somos de primera" una vez más, para esta vez quedarse por mucho tiempo. Saludos desde Morelia.
Con todo respeto por la dedicación de escribir este articulo acá que.. metete tu escrito por el ano se viene tijuana campeón B)
wow eso fue un gran articulo de nuestra trinca fresera del irapuato y para nosotros como afision fresera que somos no nos queda de otra mas que apoyar a el equipo en las buenas en las malas y en las peores y ojala y pronto regresemos a primera division porque nos lo merecemos
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