23 mar 2011

POR QUÉ LE VOY A (NECAXA)

Por: Bernardo López Segura


Hay muchas circunstancias que solo se dan en cierto tiempo y espacio y hay algunas que sin esperarlo pueden marcar el rumbo de toda una carrera como aficionado de futbol, por eso me siento muy afortunado de haber nacido en el año de 1990 al sur de la Ciudad de México, cerca del Estadio Azteca. Mi padre ni se imaginaba que la tarde de un sábado cualquiera de 1994, y con el pretexto de pasar un tiempo de calidad con su primogénito mediante alguna actividad random como es ir a un museo o al parque o al estadio, estaría presenciando el enamoramiento instantáneo de su hijo con el equipo que sería su cruz y alegría por el resto de su vida (20 años hasta la fecha).

La verdad es que no fue difícil ser hincha del Necaxa los primeros años de mi vida. Cómo olvidar esa maravillosa década de los 90, empezando porque el estadio Azteca a tan solo 10 minutos de mi casa y nunca teníamos preocupación alguna por encontrar buenos asientos ya que la mayoría de los lugares estaban disponibles y con tan solo portar la playera necaxista (o roja en su defecto) tenías acceso al estadio sin ningún problema. Además esa fue una de las décadas más gloriosas del equipo con figuras eternas como mi ídolo Aguinaga, buen futbol, campeonatos y triunfos por racimos... repito no era difícil ser hincha del Necaxa.



Pero un encanto particular que tenía el equipo para mí, y sigue teniéndolo sin duda, es que aunque durante años fue el equipo del “momento” nunca acaparó villamelones oportunistas (coff coff PUMAS coofff) que se subieron al tren del triunfo. Ser hincha del Necaxa era una experiencia única que pocos realmente disfrutábamos con verdadera alegría en el corazón.

Si acaso hubo alguno que otro villamelón, se fueron en aquella final perdida ante el América. A partir de ahí los que quedamos sabíamos que quizás las cosas no serían miel sobre hojuelas pero que estábamos dispuestos a encarar con la frente en alto lo que viniera.


No hace falta mencionar que el cambio de sede, la partida por la puerta de atrás de algunas de sus grandes figuras y la sombra del descenso y la Primera A fueron factores para que los necaxistas se dispersaran entre las sombras. Más no me atrevería a decir que desaparecieron y eso me quedó claro en aquel último partido en Primera división contra el odiado hermano mayor. Los que estábamos en la tribuna sufrimos el desenlace de una mala racha que terminó confinando al Necaxa a las ligas menores y a sus aficionados a las burlas hasta de los atlantistas.


Pero hasta el día de hoy, y a pesar de que los malos resultados no son pocos, cada que mis tíos me preguntan con ese tono burlón “¿y qué?, ¿todavía le sigues llendo al Necaxa?” nunca me canso de responder con un “Por supuesto que sí”. Y sí, es cierto, hasta hoy es el único escudo que ocupa ese pedazo del alma reservado a un equipo de futbol. 



Así pues, si me preguntan ¿por qué le voy al Necaxa? mi respuesta es: Por que no hay otro equipo que quepa en mi corazón.

Little Facts: Sí,en alguna ocasión me toco estar en un palco a lado del de Ortiz de Pinedo.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Creo que yo le voy al Necaxa por las mismas razones que tú. Nací a finales de los 80's y vivía en Villa Coapa, no lejos del Azteca. Lo que me deja claro tu artículo es que somos muchjos más necaxistas de lo que nos imaginamos. Ojalá estemos ahí cuando el Rayo nos necesite.