21 oct 2009

EL ESTIGMA DE LLAMARSE JESÚS



Queda claro que un papá le pone a su hijo Diego Armando pensando que con ese nombre el pequeño hará maravillas en la cancha. O José Alfredo para que el crío se dedique a la música ranchera. Lo que nadie sabe es qué motivo tiene un padre para ponerle a su hijo Jesús. ¿Será porque en el fondo desea que su vástago sea profeta o líder religioso? Aquí sí, sólo Dios sabe. Lo que es un hecho es que en nuestro futbol hay varios Chuchos que al igual que el Carpintero son expertos taumaturgos.

Jesús Ramírez-  Desde que está en el América ya nadie lo quiere, pero hace cuatro años era Mr. Simpatía. Y cómo no si llegó al Mundial sub 17 de Perú con un grupo de chavales desconocidos y regresó a México cargando el primer campeonato mundial para nuestro país.


Jesús Martínez- La casa del Pachuca fue la segunda división durante décadas, hasta que llegó Jesús Martínez y se hizo cargo del equipo. Lo sacó del agujero, le construyó un estadio europeo y bajo su amparo la sala de trofeos ha tenido que remodelarse una y otra vez en los últimos 10 años.


Jesús Arellano- En Monterrey, al igual que en el resto del mundo Cristiano, Jesús es Dios. Lo fue también durante el Mundial de Francia 1998. Entraba en el segundo tiempo cuando México parecía muerto y lo resucitaba a base de buen futbol como al Lázaro de la cueva. Si en el partido de octavos contra Alemania el poste no le hubiera negado un gol de museo, el “Cabrito” habría sido de los mejores jugadores del Mundial.


Feliz Navidad a los que se llamen Jesús y los que se llamen como sea. Brailowsky también.

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