Todos los días mueren miles de personas. Algunas por una caída dentro de la regadera, otras al cambiar un fusible. Son muchas las que mueren cruzando una calle, siendo su último pensamiento “ojalá que la junta todavía no haya comenzado”. Hay quienes mueren atragantados con un chicle, o quienes lo hacen mientras cambian una llanta. Vaya, la muerte no avisa cuándo, dónde ni cómo.
Por eso son pocos y muy afortunados aquellos que se van porque hacían lo que más les gusta. Como Antonio de Nigris, quien se fue siendo jugador activo de un equipo lejano. Porque a diferencia de muchos jugadores mexicanos, víctimas infalibles del Síndrome del Jamaicón, el “Tano” se animó a jugar donde ningún otro jugador nacional se había aventurado. Basta recordar que cuando de Nigris llegó al América no echó raíces en un club que suele ser paternalista con sus contrataciones estelares. En vez de ello tomó el camino difícil, el del reto, y emigró al Villareal de España. Al poco tiempo, cuando ni siquiera figuraba en la banca, no se dobló y jugó para el oscuro Polideportivo. Luego partió a Colombia donde colaboró para que el Once Caldas alzara la última Copa Interamericana y regresó a México para enrolarse con Puebla y posteriormente Pumas.
Al volver tuvo la misma humildad que la de un joven debutante y nunca se le escuchó una sola excusa que intentara justificar su fugaz paso por la península Ibérica. Pudo haberse instalado en algún otro equipo de la liga mexicana, pero su espíritu aventurero se impuso a cualquier comodidad por lo que decidió enrolarse en un equipo de Turquía. En aquel país lejos de su idioma, su gente y cualquier costumbre que semejara a su natal Monterrey, de Nigris soltó pocas lágrimas y metió muchos goles. Durante varias jornadas llegó a pelear la tabla de goleo de la liga turca y fue llamado por segunda vez a la selección nacional donde todos soñábamos con verlo repetir un gol de bolea como el que le anotó a Brasil. Después vino el Larisa, equipo griego que desde hoy será más conocido en nuestro país que el Panantinaikos o el AEK de Atenas.
El fichaje en ese equipo no provocó sorpresa alguna; acostumbrados como estábamos a los cambios radicales del regiomontano a nadie le extrañó que hubiera cruzado esa nueva frontera. Allá, pensábamos muchos, quizá encuentre la temporada de oro que por fin encumbre su carrera. Esa temporada no habría de llegar nunca. Pero el recuerdo de Antonio de Nigris, ese quedará por siempre.
3 comentarios:
Chingoooooooon articulo. Soy aficionado rayado y casi me echo a llorar.
Toño: sioempre estarás estarás con nosotros.
Excelente titulo, no puedo evitar darte mis maximas reverencias por este magistral articulo!!
Descansa en pas Tano
De lo mejor que se ha publicado sobre la muerte de Antonio de Nigris. Gracias por lo que han escrito. Ya tienen varios fieles seguidores rayados.
Publicar un comentario