Por: Marco Dávila
"Qué gusto da que pierdan los que siempre ganan, los
exitosos, los que se llevan de calle cualquier liga y cualquier Copa, Mundiales
y torneos amistosos. Que sufran los desgraciados. Que se mueran (deportivamente
hablando) por chingones."
¿Te suena?
A mí sí, todo el tiempo. Por eso adoro ver perder a la selección
de Argentina, Brasil e Italia en los Mundiales, o Real Madrid y Manchester
United en las Copas Europeas. No así a las selecciones balcánicas que de cuando en cuando arañan las semifinales en la Copa del Mundo, o los equipos chicos que nunca han ganado nada.
Todo esto viene a cuento por el número cada vez mayor de personas a mi alrededor que presenciar, y celebrar, el hundimiento definitivo del Barcelona. Y conste que no me refiero a Madridistas a ultranza, sino aficionados de pedigrí futbolero que hasta hace poco tiempo no dejaban de alabar el tiqui-taca blaugrana.
Todo esto viene a cuento por el número cada vez mayor de personas a mi alrededor que presenciar, y celebrar, el hundimiento definitivo del Barcelona. Y conste que no me refiero a Madridistas a ultranza, sino aficionados de pedigrí futbolero que hasta hace poco tiempo no dejaban de alabar el tiqui-taca blaugrana.
¿Qué los hizo cambiar de opinión?
No la salida de Guardiola o la debilidad en la zaga culé.
Tampoco los años cada vez más evidentes en Iniesta y Xavi, la inconsistencia de
Víctor Valdés o los recientes tropezones contra Valencia y Real Sociedad.
Lo que los hace salivar por la caída del Barcelona es que en tan
solo ocho años (2005-2013) los culés ganaron lo que cualquier otro club
considerado grande tardaría medio siglo en conseguir: cinco Ligas, dos Copas
del Rey, cuatro Supercopas de España, tres Champions League, dos Supercopas
UEFA e igual número de campeonatos en Mundial de Clubes.
Por si esto fuera poco el Barça aportó cinco titulares y todo un estilo de juego a la selección española que conquistó dos Euros y una Copa del Mundo.
Ese mismo futbol con el que el cuadro
catalán cautivó los paladares más exigentes terminó por convertirlos en una suerte de Estrella de la Muerte del futbol-
entiéndase una máquina increíblemente poderosa e indestructible, capaz de deglutir cualquier planeta, o equipo en este caso, en pos de un
dominio absoluto sobre el balompié de toda la galaxia.
De ahí que la posibilidad de verlos estallar se haya convertido,
para muchos, en una trama más interesante que aquella que a fuerza de repetirse
semana tras semana se volvió aburridísima: ser el mejor equipo de futbol en el mundo entero.
El cómo termine la historia para el más glorioso FC Barcelona es algo que ni
sus jugadores más experimentados deben tener claro. Lo que es un hecho es que más pronto que tarde dejará su lugar en manos de otro club imperial. Apuesto lo que sea a que la capital del siguiente estará en Munich o Madrid.
No hay comentarios:
Publicar un comentario