Por: Marco Dávila / Editor
Los futbolistas brasileños tienen un
talento innato para realizar jugadas de fantasía rara vez intentadas por futbolistas de otras nacionalidades. ¿Cuándo se ha visto a un jugador alemán u
holandés hacer un doble o triple sombrerito, como el de Ronaldinho en la
semifinal del Mundial de Clubes contra Raja Casablanca? No recuerdo a ninguno.
Tampoco veremos a ningún delantero argentino o uruguayo ejecutar un penalti de
taquito como alguna vez lo intentó Sócrates.
Esto no quiere decir que un futbolista no
brasileño sea incapaz de replicar, o incluso mejorar, cualquiera de los trucos
anteriores. Lo que sucede es que en otros países tienen bien entendido que aunque
dichas jugadas ponen de pie a toda la tribuna, terminan por provocar más daño
en el propio equipo que en la portería rival.
Es lo que comúnmente se conoce como jugar
sobrado, cosa para la cual los brasileños se pintan solos. Ahí donde un pase al
hueco es suficiente para dejar solo al delantero frente al guardameta, el
artista carioca intenta un doble regate seguido de una rabona. Cuando un
movimiento de cintura basta para quitarse una doble marcación, el crack de la
favela elige una inglesita o algo todavía más complicado.
Saberse tan superiores les hace pensar
que no necesitan más de 15 ó 20 minutos para acabar con su rival, por lo cual
pueden pasarse el resto del partido compitiendo con su yo virtual del FIFA PlayStation.
La mayoría de las veces les funciona, si
no no serían pentacampeones del mundo. Pero las pocas ocasiones en que no, se han
convertido en cicatrices a las que el hubiera nunca dejará sanar.
Si en el
Mundial del 50 hubieran sido más precavidos contra los uruguayos cuando estaban
un gol arriba y en el reloj quedaban 25 minutos; si aquella tarde del 82 en el
viejo estadio Sarriá de Barcelona no hubieran intentado golear a los italianos; si hubieran concretado alguna de las 6 oportunidades de gol contra la Argentina de
Maradona en el 90…
A las anteriores hay que agregar la eliminación
del Atlético Minero en el Mundial de Clubes a manos de un equipo marroquí cuyo
cuadro titular no vale ni una décima parte que lo que la carta de Ronaldinho.
Durante el Mundial de Brasil el Scratch
du oro tendrá que vencer a España, Holanda, Alemania, Argentina, Italia o
Uruguay, si quiere ser campeón. Donde favorezca la magia del jogo bonito sobre
la efectividad, lo único que le saldrá de la chistera es el Fantasma del Maracaná.
1 comentario:
Muy buen comentario, editor.
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