La mala suerte de Ochoa

Por: Pop Myers

Hace rato fui a visitar al que sin duda se ha convertido en el mejor amigo de mi aburrida colonia. Me lleva como diez años, una esposa muy guapa y una niña, pero quién sabe qué pasa que nos entendemos muy cabrón.

Total, en nuestra plática se coló el PSG y analizando los bombazos que se aventó este verano, incluido el cotizadísimo Ibra, me vino a la mente que el PSG era el equipo con el que Memo estaba prácticamente arreglado antes y durante el escándalo del clembuterol. 

Eso sí que es tener mala suerte. Hasta parecía un personaje de aquel comercial de Nike donde las máximas figuras del futbol veían su carrera en la cumbre o en la ruina a modo de visión, lo cual en el caso de Ochoa no estaba tan alejado de la realidad.

Memo sentía que su carrera por fin levantaba el vuelo después de que en el América le retuvieron por años; se veía titular de aquel TRI que terminó ganando la Copa Oro pese al escándalo del dopaje, llegando a un renovado PSG que se quedo a nada de ser campeón, donde además tendría chance de jugar UEFA Europa League, y siendo convocado a los Juegos Olímpicos de Londres.

Todo eso y más le esperaba en París pero su mala suerte se lo impidió. Porque la verdad eso es mala suerte ¿o cómo le quieren llamar? 

Memo también debió haber sido titular indiscutible en Sudáfrica, pero tuvo la pésima fortuna de contar con Aguirre como entrenador.

La suerte es así, como un balón pegando en la raya de gol tras una bella campanita: a veces te salva de un descenso porque el balón no entro y a veces te hace ganar un Mundial con un gol fantasma.

Ojalá que en esta nueva temporada con el Ajaccio, la suerte por fin le sonría a Memo Ochoa.