Uno de los aspectos más nobles que tiene el deporte, en este
caso el futbol, es que por cada error garrafal que uno llegue a cometer siempre hay algún pendejo que lo puede superar. Tu peor autogol o esa jugada de fantasía en la
que te acabas fintando a ti mismo son poca cosa cuando las comparas con un
portero de selección al que se le escurre el balón de las manos, o un delantero de
40 millones de Euros que la vuela frente a una portería vacía.
Eso siempre y
cuando seas un jugador de liga amateur o cáscara dominical, ya que si fueras un
futbolista profesional como los antes mencionados no podrías consolar tus errores comparándolos con los de
alguien de tu gremio.
El domingo pasado, cuando Lucas Lobos falló el gol que
habría significado el pase de Tigres a la final y el posible bicampeonato
frente al acérrimo rival, Rayados de Monterrey, ¿quién habrá sido el pendejazo
que superó su error?
Hay muchos y todos al margen de la cancha. Pensemos por
ejemplo en los dueños de equipos que siguen considerando a Vuosso un refuerzo
de lujo. O qué tal los patrocinadores que pagan una millonada para que su logotipo
aparezca en las calcetas o las nalgas de los jugadores. Esos son pendejos y no
tonterías.
Pero eso sí, ninguno de ellos se acerca ni remotamente a lo 30
aficionados del Athletic Bilbao (400 según algunos medios) que recorrieron 2,300
kilómetros y gastaron 1000 Euros cada uno para ver a su equipo en la final de la
Europa League. ¿Y todo para qué? Para confundir Budapest con Bucarest y acabar
siguiendo el partido no en la Arena Nationala Bucuresti sino en un
hotel de dos estrellas de la capital húngara.
Más pendejo que eso, nada. Porque
en una época donde cualquier Smartphone con Google Map te puede trazar la ruta
exacta de Bilbao a Bucarest, y después de que todos los espacios deportivos del
País Vasco- llámense programas de TV o páginas web habían replicado hasta el
cansancio el nombre del estadio y el de la ciudad que lo alberga, hay que ser
un conjunto de tarados para terminar en la capital de otro país y encima salir
a pasear con bombos y banderas del Athletic por el centro de Budapest.
Así pues Lucas Lobos no debe estar tan desconsolado. Al fin
y al cabo siempre habrá muchos partidos donde pueda sacarse la espina; y varios aficionados vascos con cero en geografía.
3 comentarios:
JAJAJA, ESOS GUEYES SI ESTÁN DEL AVERNO. Y ESO QUE ALLÁ NO TIENEN UNA MÁISTRA ELBA ESTHER A QUIEN ECHARLE LA CULPA
Bueh, eso de terminar en Budapest no debío haber sido tan malo, si algo he aprendido del internet es las húngaras son muy guapas.
jojojojo no mames, que cagado, jajajajajaj
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