18 abr 2011

POR QUÉ LE VOY A (QUERÉTARO)

Por: Núñez Alvarado

¿Por qué a Gallos Blancos? ¿Por qué chingados a un equipo que siempre está peleando el descenso y celebra un empate de visitante como si hubiera ganado una final?

No te voy a mentir diciéndote que llevo bien puesta la camiseta de este equipo desde que era niño y que le he sido fiel en la segunda división al igual que en la primera. O que lloré en aquella fatídica final de ascenso contra la UAT cuando el camión del Querétaro se accidentó y murieron tres jugadores del primer equipo. Entonces yo era un niño de 8 años y repartía mi afición entre el Real Madrid de Hugo Sánchez y las Chivas de Alberto Guerra. Los Gallos Blancos me daban exactamente igual. Era el equipo de mi ciudad, sí, pero ¿qué significa ser de una ciudad X cuando uno es niño? Lo que determina tu identidad a esa edad, igual que en la adolescencia, es la escuela a la que vas y la cuadra y barrio en que vives. Ser de Querétaro no tenía nada de especial hasta que llegué a vivir al DF…

De la noche a la mañana pasé de una ciudad que por entonces no llegaba al millón de habitantes a una que ya tenía cerca de 16. Pasé de los trayectos a la escuela que duraban 5 minutos a traslados de más de 45. Y de la libertad de andar en la calle todo el día a la restricción de regresar antes de las 6 “porque en la colonia de junto asaltan”. Entonces Querétaro dejó de ser una ciudad cualquiera para convertirse en el ombligo del mundo. Día y noche me la pasaba hablando de Querétaro por lo cual mis compañeros del equipo de futbol del CUM me apodaron, de forma por demás ilógica, El Pipope. “No soy de Puebla, pendejos, soy de Querétaro”, les decía cada que me llamaban así pero nomás no había forma de hacerlos entender.

Un día mi papá fue a Querétaro a tratar un asunto con el representante del seleccionado uruguayo Santiago Ostolaza, por entonces figura principal de Gallos Blancos, y le pidió un jersey del Querétaro autografiado por el jugador. Cuando volvió al DF me lo dio y me dijo “a partir de mañana te lo pones en los entrenamientos para que a todo mundo le quede claro de dónde eres”.

Al día siguiente llegué a la cancha del CUM con mi camiseta albinegra. El entrenador del equipo se me quedó viendo y me dijo “está chida tu camiseta del Inter, Pipope”. 

En ese momento me di cuenta de dos cosas. Primero, que mi equipo sería por siempre el Querétaro (ayer fui a CU a verlos perder, los muy cabrones). Y segundo, que hiciera lo que hiciera para mis compañeros de equipo siempre sería un provinciano de Puebla. Es decir, un Pipope.




3 comentarios:

Cempazúchitl dijo...

Pinche gente ignorante

Ex Fan dijo...

Buena historia!!

Unknown dijo...

https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=fullmqrON_U&noredirect=1

CHEQUEN ESTE LINK

SALUDOS

SIMPLEMENTE GALLOS....