13 jul 2010

EL INSOPORTABLE REGRESO A CLASES

Por: Marco Dávila / Editor

El mundo sigue igual que como lo dejamos hace cuatro semanas. Las mismas calles llenas de baches, los mismos problemas para pagar las tarjetas y la misma rutina de levantarse, ir a un trabajo que no siempre es generoso y pasar 10 horas interminables pensando que cada vez faltan menos días para el fin de semana. Todo igual.

Los que cambiamos fuimos nosotros.  No mucho y no por más de un mes, pero al menos alcanzó para romper el hielo con quien se nos pusiera enfrente, así fuera un taxista, el señor que cuida el baño o un extranjero (pamperos y gringos incluidos). También alcanzó para pasar tiempo con amigos a los que se quiere mucho y se ve cada vez más poco. Dejamos de observar las reglas no escritas que nos impiden tomar una cuba antes de las 2 de la tarde o abrazar a un perfecto desconocido a la mitad de la plancha del Zócalo bajo una lluvia de refresco, agua puerca y cerveza caliente, suponiendo que no fueran meados. Se nos quitó toda sensación de culpa por llegar retrasados al trabajo, o volver tarde a la oficina después de comer; al fin y al cabo el jefe y sus soplones anduvieron muy de buenas, concentrados en cosas más importantes que la dictadura de la productividad.

Luego, por una tarde completa el 17 de junio, los mexicanos sentimos que a pesar de todas las desgracias que hemos sufrido recientemente, nuestro país era el mejor del mundo. Hermosa fantasía. Casi tanto como la de creer que 30 días de futbol son capaces de cambiar la cruda realidad que vivimos todos los días.

No son ningún remedio, queda claro. Pero no existe otra cosa que logre ponerle una pausa sana y necesaria a la neurosis global que todos sufrimos y de la que todos formamos parte. Ningún evento que genere un optimismo tan desbordado. Ni siquiera el espíritu de las Olimpiadas ha logrado hacernos sentir que el mundo en el que vivimos no es tan malo como parece. Sólo el Mundial es capaz de hacerlo y por eso duele tanto que termine. No por la falta que nos hará ver a selecciones como España y Alemania una vez que empiece nuestro torneo, plagado de equipos como Jaguares y Tigres. Tampoco por la necesidad urgente de un símbolo de unión nacional como el Tri ahora que nuestro país cumple 200 años. Duele porque el reflector vuelve a estar en el sueldo que no alcanza para pagar la hipoteca, en los problemas del trabajo, en la relación amorosa que se está yendo a la mierda, en el hijo que tiene examen extraordinario. Vuelve a estar en la vida y todas sus obligaciones. En la jodida realidad, pues.

Para que el foco de atención regrese al césped tendrán que pasar 4 largos años. Es mucho tiempo, pero apenas el suficiente como para planear el viaje a Brasil 2014 y aprender a hablar portugués. Y si se puede, sólo si se puede, también para pagar el coche y las tarjetas.


9 comentarios:

Zanassi dijo...

Increíble Dávila, de lo mejor que te he leído.

gorubu dijo...

No te preocupes Marco, antes del mundial brasileño viene una copa América, una Eurocopa y la "champions" y libertadores de cada año. Seguro que en esos torneos se verá más calidad que en el mundial; lo que pasa es que al no ser tan publicitados por los medios, tendemos a creer que no son torneos importantes ni en ellos podrá advertirse una dosis de futbol suficiente para saciar al aficionado que añora la época del futbol técnico. Por ahi hay mucha gente que suele afirmar que no le interesa el futbol "vulgar" (acaso por cotidiano) y que le gusta presenciar únicamente partidos de copa del mundo. Quizá sea entonces ese tipo de "aficionado" el que menos futbol en estado puro puede apreciar, y aparentemente es el último en darse cuenta de que no es otra cosa que víctima de los medios de comunicación (o de manipulación).

FI dijo...

Dios, ha sido un artículo perfecto. Estuviste inspiradísimo.

ROCHA dijo...

Hermoso. Nada que he leido sobre el fin del mundial expresa lo que siento como este articulo. Felicidades.

Carlos Sarti dijo...

Excelente.

Cempazúchitl dijo...

Que chingue a su madre el amargado del gorubu. Excelente artículo y reflexión. Sólo el Mundial nos anestesia y sirve como una tregua contra la cochina realidad.

Jous dijo...

Pués si, se siente regacho que termine un evento tan alegre, todavía sigo bailando con el waka waka. A mi por eso me cae mal la gente que critica al fútbol, no saben lo que dicen, lo critican y deseguro estan igual de tristes de que ha terminado y brincaron cuando la seleccion le gano a francia.
Viene mas torneos, y hay que pensar positivo, siempre habra una solucion a los problemas.

Saludos!!!!

gorubu dijo...

Vaya Francisco, qué elocuencia muestras en tan refinada prosa, me abrumas... Si supieras leer tal vez advertirías que lo que escribí no es muy diferente de lo que expresa Josie. Por otro lado, este no es el canal broncas; si tan resentido estás y lo que quieres es desquitarte insultando a alguien por considerarlo al menos indirectamente responsable de tu "cochina realidad", hay en la red una oferta casi ilimitada al respecto, así que dáte gusto repartiendo mentadas en esos canales de "sano debate" para gente educada, proclive al respeto, racional y reflexiva como tu. Te digo más: soy de los que consideran que la realidad en nuestro país está tan cochina y apestosa porque aquí escasean los Dávila y compañía, y en cambio sobran aquellos a quienes tan clara y fielmente representas.

José Luis Santillán dijo...

Completamente de acuerdo con Gorubu. Este nunca ha sido un espacio de mentadas de madre

Creo que si algo caracteriza a este blog es que tanto la gente que escribe como quienes lo leen son gente que tiene muy cklaro que antes que nada el futbol es un juego. Lo malo es que así como escasean editores de blogs como este hay todavía menos lectores pensantes