Cuarentena

Señor, ¿hace cuánto que llegó usted de México? El taxista no me baja, pero unas 15 cuadras antes de que lleguemos a nuestro destino se frena con ganas de que abra la puerta y le de las gracias. Por más que le explico que no tengo influenza, que pasé no sé cuántos controles (2) para llegar aquí el chofer de pelo blanco no se la banca. Claro que entre su paranoia y los 15 pesos del viaje prefiere taparse la nariz, abrir las ventanas y continuar todo el trayecto por Thames. 15 pesos son 15 pesos y bueno, la verdad estos mexicanos no se veían tan enfermos. Así pues llegamos a nuestro hotel donde tres hombres con look LaVope miran la Champions y se nos quedan viendo porque ni modo, nuestro acento suena muy pero muy chilango. El más formal de ellos se nos acerca y pregunta olvidando las buenas tardes: “¿Sos mexicanos”? Sí, pero no estamos infectados. Pobre hombre, quiere parecer amable pero es evidente que no nos cree. Lo digo por el medio metro que se retira buscando algún objeto en el aire que justifique su huída. “Sabés”, dice con una voz gangosa, “dentro de una semana voy a Miami con mis nenes. ¿Es seguro?” Coño. Estudié 4 años de comunicación y no puedo responderle una pregunta que haría las delicias de un médico. Mis compañeras de viaje, publicistas como yo, tampoco saben qué decir. Así que el tipo se lleva la mano a la oreja y se vuelve a la barra por su Quilmes. En la pantalla el Manchester le va ganando uno a cero al Arsenal. Todos vieron el gol, no se hagan pendejos. Pero cuando preguntamos quién lo metió nadie nos da la respuesta. No sea que me emocione y bese a todos los comensales. Además no traigo tapabocas, o como aquí le dicen barbijo, porque están agotados desde ayer por la mañana. Chin. Me pregunto qué va a pasar hoy por la noche en el estadio de Boca cuando los aficionados bosteros noten mi acento. Creo que no va a gustarles. Pero bueno, a como están las cosas un estornudo es más poderoso que cien barrabravas. Veamos que pasa hoy en la Bombonera.

Autor: MD