Por: Maxchiva
No me cabe duda, el peor sentimiento que puede experimentar un aficionado a un equipo de fútbol en materia pambolera es la impotencia.
Y si no me creen pregúntenle a alguien que, como su servidor, le vaya a un equipo como el Guadalajara, que lleva varios años de altibajos en la primera división mexicana (más a la baja que otra cosa). Torneos van y vienen y lo único regular han sido los malos resultados que hoy tienen al que una vez fue un equipo poderoso y grande reducido a una piltrafa futbolística al borde del descenso y a sus aficionados, los verdaderos fieles aficionados de corazón, no de marcador, aguantando carrilla jornada tras jornada.
Ver un juego del Guadalajara en estos días se ha convertido para el aficionado rojiblanco en una batalla interna por intentar ilusionarse al tiempo que se decepciona. Es un ritual en el que cada fin de semana uno se sienta a ver el juego (en el televisor o en el estadio) con la esperanza que después de una semana más que tuvo el equipo para entrenar y prepararse al fin las cosas empezarán a ir mejor.
Comienza el partido y la atención del aficionado chiva se mantiene al tiempo en que las primeras fallas comienzan a suceder, entonces el espectador intentando ser optimista piensa/dice/grita: "A la otra sale ¡Venga carajos!". Sin embargo con el correr de los minutos de un juego donde el estupor y la nada futbolística del equipo rojiblanco se va diluyendo lenta y dolorosamente la ilusión y el optimismo.
Cuando menos uno se lo espera ya terminó otro partido más de liga, por lo general sin nada más para el recuerdo que ver a un grupo de jugadores sin hambre de triunfo, apáticos y conformistas que se retiran al vestidor cabizbajos frente a los abucheos de la gente cuya ilusión inicial se ha transformado en decepción, indignación, molestia, desesperación y por último desemboca en la impotencia de sentir que no pueden hacer mayor cosa por el equipo de sus amores, al ver que su presencia y sus manifestaciones de apoyo parecen no servir de nada. Termina un decepcionante juego más de liga, el descenso ya le quema los pies al equipo y al fiel aficionado Chiva con su mezcla de sentimientos a flor de piel parece que es el único al que le importa el bienestar del equipo.
Comienza el partido y la atención del aficionado chiva se mantiene al tiempo en que las primeras fallas comienzan a suceder, entonces el espectador intentando ser optimista piensa/dice/grita: "A la otra sale ¡Venga carajos!". Sin embargo con el correr de los minutos de un juego donde el estupor y la nada futbolística del equipo rojiblanco se va diluyendo lenta y dolorosamente la ilusión y el optimismo.
Cuando menos uno se lo espera ya terminó otro partido más de liga, por lo general sin nada más para el recuerdo que ver a un grupo de jugadores sin hambre de triunfo, apáticos y conformistas que se retiran al vestidor cabizbajos frente a los abucheos de la gente cuya ilusión inicial se ha transformado en decepción, indignación, molestia, desesperación y por último desemboca en la impotencia de sentir que no pueden hacer mayor cosa por el equipo de sus amores, al ver que su presencia y sus manifestaciones de apoyo parecen no servir de nada. Termina un decepcionante juego más de liga, el descenso ya le quema los pies al equipo y al fiel aficionado Chiva con su mezcla de sentimientos a flor de piel parece que es el único al que le importa el bienestar del equipo.
Mientras tanto, directivos y jugadores al parecer sólo han concluido una semana más de chamba y se van a descansar. Lo que se ve ya no es un equipo de fútbol cuya mayor ilusión es alegrar a su afición, ahora parece más bien que es una empresa como cualquier otra dedicada en este caso al ramo del espectáculo deportivo tomando la bandera del equipo más popular de México, que entre semana se dedican a pregonar que hacen todo en los entrenamientos para ganar los partidos y después arrastrar la cobija en el campo de juego. Los jugadores al parecer se han olvidado del placer de jugar y lo han cambiado por la obligación de jugar. Increíble pero cierto.
Pasan los torneos al tiempo que pasan por las filas del equipo técnicos, jugadores, directivos en puestos rimbombantes que no han demostrado utilidad alguna para el desempeño del equipo (quizás por que cortan sus "procesos" a las primeras de cambio o por conflictos de intereses de poder al interior del mismo) y todo eso aderezado con un dueño repudiado por casi la totalidad de la afición por sus explosivas y polémicas decisiones.
Recientemente se dio la noticia de que el propio Vergara invitó a los jugadores a una comida a su casa para darles su apoyo y unir más al equipo. La verdad, en lo personal espero que haya sido una buena peda, porque son esas las ocasiones donde, cuando hay personas con diferencias pueden darse dos supuestos: o acaban por odiarse definitivamente o se hermanan fraternalmente. Espero que el reciente triunfo sobre los Leones Negros haya sido causa de lo segundo y no una mera casualidad del destino.
Por nuestra parte, los verdaderos aficionados del Guadalajara seguiremos al pie del cañón, apoyando al equipo en las buenas y en las malas, pero también exigiéndole cuando haya que hacerlo. Hoy se les apoya y también se les exige que en la cancha demuestren garra, unión, orgullo y si no amor por los colores que representan al menos sí amor propio, que con eso ya saldríamos ganando todos. Seguiremos apoyando y exigiendo a pesar de sentir la impotencia de que no sirva de mucho, a pesar de sentir de que somos los únicos a los que les importa el equipo, a pesar de todo.
Recientemente se dio la noticia de que el propio Vergara invitó a los jugadores a una comida a su casa para darles su apoyo y unir más al equipo. La verdad, en lo personal espero que haya sido una buena peda, porque son esas las ocasiones donde, cuando hay personas con diferencias pueden darse dos supuestos: o acaban por odiarse definitivamente o se hermanan fraternalmente. Espero que el reciente triunfo sobre los Leones Negros haya sido causa de lo segundo y no una mera casualidad del destino.
Por nuestra parte, los verdaderos aficionados del Guadalajara seguiremos al pie del cañón, apoyando al equipo en las buenas y en las malas, pero también exigiéndole cuando haya que hacerlo. Hoy se les apoya y también se les exige que en la cancha demuestren garra, unión, orgullo y si no amor por los colores que representan al menos sí amor propio, que con eso ya saldríamos ganando todos. Seguiremos apoyando y exigiendo a pesar de sentir la impotencia de que no sirva de mucho, a pesar de sentir de que somos los únicos a los que les importa el equipo, a pesar de todo.
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