Uno de los
episodios más vergonzosos en la historia del futbol mexicano, y del América en
particular, sucedió en la semifinal de vuelta de la temporada 1987-88 en el
Estadio Azteca.
En aquel
entonces el gol de visitante era el primer y único criterio de desempate en
partidos de liguilla, incluida la final.
Sabiendo eso, y habiendo empatado a dos goles en el partido de ida en Michoacán, el Atlético Morelia de la “Tota” Carbajal llegó al Estadio Azteca con la consigna de atacar a las Águilas desde el primer minuto de juego.
Tenían con qué
hacerlo, pues aquel predecesor de los ahora “Monarcas” de TvAzteca
incluía jugadores mexicanos de gran experiencia como el portero Olaf Heredia y
Mario Juárez, más un par de chilenos fenomenales- Figueroa y Bustos, que podrían haber jugado en cualquier liga de Europa.
El América
tampoco cantaba mal las rancheras. De hecho contaba con uno de los mejores
cuadros en su historia, bajo el mando del ya fallecido entrenador brasileño
Jorge Vieira: Chávez, Tena, Huerta, Hernández, “Cuchillo” Herrera, Ortega,
Camacho, Farfán, Hermosillo, Antonio Carlos Santos y Zague. Ahí nomás.
Un equipo así,
al menos en el papel, no necesitaba ayuda para pasar a la final. Y sin embargo
la tuvo que recibir de forma por demás cínica.
La cosa estuvo
así: tras 90 minutos de juego América y Atlético Morelia empataron a dos goles,
igual que en el partido de ida. Entonces, como cada equipo había anotado la
misma cantidad de goles de visitante se tuvieron que jugar tiempos extra.
A los 7 minutos
del primer tiempo extra los morelianos se pusieron adelante tres goles a dos.
Sus tres goles de visitante, uno más que los conseguidos por las Águilas en su
visita al antiguo estadio Venustiano Carranza, le daban el pase a la final en
caso de empate
América en
cambio estaba obligado a ganar el partido por el marcador que fuera. Al menos
eso es lo que tanto el cuerpo arbitral como los 120 mil aficionados que
estábamos en el Azteca más los comentaristas, jugadores, cuerpo técnico y
directivos habíamos entendido.
Todo mundo,
pues, de modo que al término del partido, y con el marcador empatado a tres
tantos, los jugadores del América quedaron tendidos sobre el césped, algunos
incluso llorando, mientras los “ates” daban la vuelta olímpica frente a los más
de 50 mil michoacanos que habían llegado al Azteca desde Morelia. Acto seguido
entraron al vestidor y como todo equipo que acaba de ganar una semifinal,
celebraron en medio de un baño de cerveza.
Vino entonces el
empujoncito divino para los televisos.
Ya desde antes
del partido, Alfredo Tena había detectado una laguna en el reglamento de la
liguilla pues en éste no quedaba del todo claro si el criterio de desempate
por gol de visitante también aplicaba a los tantos anotados en tiempo extra.
El sentido común
indica que sí, que también deben contar, tal como sucede en cualquier torneo
internacional donde se jueguen partidos a visita recíproca (Champions League y
repechaje mundialista, por ejemplo).
Sin embargo esto
no venía escrito en el reglamento. De ahí se montaron el capitán Tena y Vieira
a nivel cancha, así como el “Tigre” Azcárraga ya en el vestidor arbitral, para
obligar al colegiado a decir que "siempre no", que el partido no había terminado y
que se tenían que ir a serie de penales.
El problema es
que para ese momento lo jugadores de Morelia, recién bañados y algunos ya medio
pedos, estaban subiendo al camión del equipo que los llevaría de regreso a la
capital michoacana.
Hubo que
bajarlos a todos, con intervención del gobernador de Michoacán, con un
baño de agua mucho más frío que aquel que se habían dado en el vestidor
del azteca: “El partido, muchachos, todavía no lo han ganado, así que vístanse,
tómense un Gatorade para que se les baje, y salgan a un Estadio Azteca del cual
ya se fueron todas las porras morelianas, tirar penales contra un equipo
que durante los últimos 40 minutos no ha bajado al vestidor, y por lo tanto no
se ha enfriado.”
El resto de la
historia se resume en tres campeonatos del América al hilo, y un Morelia que
tardó 12 años en levantarse para volver a ser un equipo de cuidado.
Así que ahora
que se juega la liguilla, una vez más con el mentado gol de visitante como
criterio de desempate, no está de más que árbitros y jugadores, además de
entrenadores, comentaristas y aficionados, le demos una leidita al reglamento.
3 comentarios:
¿Gatorade en Mexico en los 80's?
¿Se baja la borrachera con gatorade?
¿Hay que calentar para tirar penalties?
¿El tigre Azcarraga hizo el tiro ganador ante la Tota Carbajal?
"No creas todo lo que se escribe en Internet - Abraham Lincoln"
Si has jugado 120 minutos sabes que no te debes descanzar o las piernas no van a responder.
Usted no se crea todo lo que le digan en televisa, saludos...
He jugado 120 minutos y después de ese tiempo las piernas solo se mantienen fuertes con convicción (yo nunca justifique el mañoso recurso del capitán furia); así como se enfriaron los de Morelia también se enfriaron los de América (¿O estaban haciendo pilates en lo que regresaban los canarios?), la diferencia que era de esperar y que pasó: fue el trancazo emocional para los que ya habían ganado, cualquiera se desmotiva cuando te quitan un triunfo ya pitado.
Además, mi crítica está enfocada a los adornos anacrónicos y argumentos de la derrota, no a la certeza de la misma.
P.D. Hay que leer más y no "descanzar" tanto.
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