GUATEMALA, MALA, MALA...

Nos la deben. Y no porque de allá vengan los Kaibiles que se dice dieron origen a los Zetas, o porque su selección nos haya callado la boca cuando derrotó 3-2 al Tri en la época de Hugo Sánchez. El daño que la nación guatemalteca nos ha provocado es mucho más grave que cualquier rencilla histórica, resultado deportivo o nota de la revista Proceso, y se resume en un solo nombre: Ricardo Arjona.

¿Qué te hicimos, Guatemala, para que nos mandaras un cantante así? Como si no hubiéramos sufrido demasiado con Thalía y Mijares y Anahí y Luis Miguel... (y Belinda y Aleks Syntek y Kalimba y Fey y Garibaldi y los ex-Timbiriches; la lista es interminable).

Seguro pensaste que nunca te la cobraríamos. 

Afortunadamente el futbol permite reparar todo tipo de afrentas, y si a los argentinos les ayudó a resarcir la pérdida de las Malvinas a nosotros nos servirá para vengar cada estrofa de “Señora de las cuatro décadas”, “Jesús verbo no sustantivo (?)” y cualquier otro tema que el guatemalteco haya compuesto. 

Con 10 goles de diferencia apenas y estaríamos a mano. Pero tratándose de un país tan hermoso como Guatemala, y dado que nosotros también hemos exportado artistas detestables a muchos países*, quedaremos bien servidos con un 4-0.

*Dicen que la imbecilidad de Paulina Rubio es famosa en toda Europa. Dios salve la hora en que algún país de la UEFA nos toque en un Mundial.