El Salvador: ¿Abuchearlos o no?

La selección nacional no debe tener un buen recuerdo de su última visita a San Salvador: por enésima vez los aficionados centroamericanos los recibieron con insultos, les llevaron serenata al hotel y abuchearon el himno nacional en la ceremonia previa al partido. Los mexicanos, patrioteros como somos, sentimos que un puñal nos atravesaba el pecho. ¿Cómo se atrevía ese paisito de mierda a borrar con sus silbidos las estrofas de nuestra melodía fundacional? Nos creemos los gringos de Centroamérica y como tal siempre exigimos ser depositarios de su admiración y respeto. Pero somos igual de pobres, igual de corruptos, igual de feos. Somos México. Por eso aquel día en el Cuscatlán abundaron los aullidos sobre el “Mas si osare…” y el buen futbol de “La Selecta” sobre el Tricolor.

Nos ganaron 2-1, nos dejaron con un pie fuera del Mundial y en una imagen inolvidable un aficionado salvadoreño le tocó las tetas a una mujer que no era suya. Vaya partido.

Este Sábado las circunstancias no podían ser más diferentes: la delegación mexicana ya tramita las visas a Sudáfrica mientras que El Salvador, para ir al Mundial, tiene que prenderle 100,000 veladoras a la virgen de Guadalupe. La tarde promete un ambiente propicio para la venganza. Sin embargo habría que preguntarse lo siguiente: ¿Deberíamos abuchear el himno de El Salvador? Si la respuesta es afirmativa ¿entonces por qué no silbar también La Marsellesa? Los franceses, no lo olvidemos, nos declararon dos guerras. Abuchéemos también al Star Spangled Banner porque los yanquis nos quitaron Texas. Al himno Canadiense porque ahora su gobierno nos pide visa. Al de Brasil porque nos ganaron el liderazgo de Latinoamérica. Al de Argentina por la paternidad de la albiceleste sobre el Tri. Al de Puerto Rico (¿tienen?) por habernos traído a Menudo. Al español porque los gachupines nos conquistaron. Al de Italia porque son más guapos que nosotros.

Hay que mentarle la madre a todo el mundo. Venga ¡con fuerza! Que se escuchen hasta los Polos nuestros complejos. Que quede claro que en este país de charros la bravuconería es lo mero nuestro. O no abucheemos a nadie, que al fin esto es sólo un juego de futbol. Y portémonos, por una vez, como una sociedad tan madura como las de muchos países que admiramos.

La última palabra la tienes tú. ¿Los vas a abuchear?