Lo que es no tener nada que hacer. Mira que pasar la tarde de un Sábado como el de hoy, Sábado soleado y con un montón de gente en la calle, viendo el partido Monterrey-San Luis es para morirte. Y claro, la culpa la tengo yo. Como si no supiera de antemano que un juego así no pintaba para nada. Pero en el 2 pasan alguna estúpida telenovela o un programa de chismes y los demás canales, hasta los de paga, no prometen nada diferente. Será, como siempre lo he pensado, que confabulan con las cadenas de cine para que la gente salga corriendo a ver cualquier película. La que sea. El caso es que no había nada y con un libro a medio leer en la mano dejé prendida la tele en el juego que anunciaban como la última oportunidad para los Rayados. Error grande. Penoso. Porque el mal futbol se coló en mi lectura.
Caminaba por Moscú un tal Voland, personaje siniestro como el que más, y las palabras que describían los aullidos de una audiencia enardecida se convertían en las porras monótonas, planas, grises de una afición ahogada por los 32 grados de la antigua Extremadura. También se infiltraron los pases errados y el exceso de faltas fingidas, de modo que tuve que cerrar el libro. ¿Qué siguió? Pues nada, un pequeño doblez en la esquina inferior de la página 56, una cerveza medio caliente y el partido ocupando toda la pantalla. A verlo, ni modo. Tal vez mejore, pensé inocentemente. Pero claro, mi optimismo se desbarató al primer centro a la olla. Ay Dios, mira cómo los jugadores hacen un esfuerzo monumental por aburrir. Mira cómo te hacen dudar y preguntarte, aunque sea por un segundo, “carajo ¿cómo es que nunca me dio por el Béisbol?”.
Mientras tanto esos que viven de narrar lo que no sucede, merolicos que te venden un juego de tercera como si fuera el ungüento contra el cáncer, gritan y gritan en cada jugada, celebran la pasión desmesurada de no sé qué diablos. ¿Estarán narcotizados? Si no, ¿cómo consiguen mantener los ojos abiertos frente al fraude que promueven? Monterrey – San Luis, coño. Monterrey-rayados-la pandilla contra San Luis, tuneros hace tiempo, gladiadores ahora, ambos con más anuncios en sus uniformes que el tramo de Periférico entre Naucalpan y Plaza Satélite. Los dos parcos, malos, decepcionantes.
Al menos cayó un gol, y con él quise consolarme. Pero no. Ni siquiera uno igual al de Maradona contra los ingleses hubiera compensado mi Sábado soleado. Sábado con un montón de gente en la calle, menos yo.
Tú qué, Behemoth.
1 comentario:
¿Estabas leyendo "El Maestro y Margarita"? Con razón acabaste viendo un juego así.
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